La Agencia Tributaria avisa: "Estamos abocados al gran hermano"


El director de la Agencia Tributaria, Santiago Menéndez, aseguró hoy que el organismo encargado de recaudar los impuestos y perseguir el fraude, cuenta cada vez con herramientas más sofisticadas y mayores fuentes de información para conocer las tripas de las empresas. "Estamos abocados al gran hermano", avisó durante unas jornadas sobre fiscalidad organizadas por Deloitte.

La obligación para las grandes empresas de presentar el informe país por país, que aglutina información sobre la actividad de las empresas en cada uno de los territorios en los que actúa, o el acuerdo FATCA que implica el intercambio automático de información entre administraciones tributarias son algunos de los elementos que permiten a la Agencia Tributaria ejercer un control más exhaustivo sobre las compañías, especialmente las de mayor tamaño.

Menéndez se mostró favorable a "profundizar" en la relación cooperativa entre la Agencia Tributaria y las grandes empresas, pero también recordó que ello siempre dentro de marcos reglamentarios reconocidos. "No entiendo por relación cooperativa nada que no se pueda escribir", señaló. Rechazó así los pactos, algunos no escritos que países como Irlanda llegaron con grandes tecnológicas para rebajar su factura tributaria. En España existe el llamado Foro de Grandes Contribuyentes, que es el órgano de debate entre Hacienda y las grandes empresas.

Ante un auditorio formado por asesores y consultores, Menéndez se mostró decepcionado ante los profesionales que acusan a la Agencia Tributaria de utilizar criterios equivocados en los casos en los que existen discrepancias. Señaló que igual o más expertos son los profesionales de la Agencia Tributaria como los asesores tributarios. En este sentido, apuntó que el 67% de las sentencias en materia fiscal en los Tribunales Contenciosos-Administrativos son desestimados, es decir, no dan la razón al contribuyente. En los casos de los delitos fiscales que la Agencia Tributaria lleva a la vía penal, el 75% de las sentencias acaban siendo condenatorias.


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